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Nací y crecí en Miguelturra, un pueblo cercano a la capital de la provincia de Ciudad Real, donde fui criada por mi abuela y mi madre. A los 18 años emigré a Granada para estudiar Bellas Artes, lo que siempre había sido una ilusión para mí, y donde sigo hoy en día.

Trabajo principalmente con tejidos, he trasladado este mismo material a diferentes soportes, fruto de una investigación por conocer los comportamientos de este y poder sacarle el mayor partido posible. El arte para mi es una forma de terapia, un medio por el cual expresar lo que, de otro modo, es difícil exteriorizar, de volver a la niñez, cuando las mujeres de mi casa nos reuníamos para las “labores”. Trabajo mayormente con la creación de personajes en tela, estos ponen de manifiesto miedos, sensaciones y realidades que me han o me siguen invadiendo. Recuerdo cuando aún era una niña, mi madre, mi pilar fundamental durante mi infancia, cayó en una depresión fruto de una situación de maltrato. Y recuerdo también que, fue durante esa época cuando más cosí, todas las tardes hacía algún muñeco, con botones por ojos, para regalárselo a mi madre, con la esperanza de que eso la animase.

Hago todas mis obras a mano, elijo el material, hago un estudio de la forma y posteriormente un patronado que me ayuda con el proceso del corte de la tela, la cual coso a mano o máquina. Es en este proceso donde se encuentra ese componente “terapéutico”, en la realización de una acción repetitiva y mecánica como es la costura. A lo largo de mi corta carrera como artista textil, he sido cuestionada en numerosas ocasiones, poniendo en duda mi obra y su cabida dentro del mundo del arte, tachándolo de artesanía como si eso fuera algo negativo.

Lourdes M. ª Castillo

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¿Qué esperas del programa Alumbra Rural?

Espero de este programa un gran enriquecimiento a nivel artístico y personal, tener la oportunidad de conocer gente que comparta mi pasión por el arte y que me aporte ideas y formas nuevas de comprender el mundo del arte.

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